Extracto de un artículo de LA VERDAD: Un oasis en el desierto de Barinas: " La ruta comienza en la calle La Hita de Barinas. Dejen ahí el coche y
desciendan a pie por una pista de tierra que se bifurca a la izquierda
para conducirles hasta el azud, con el que los vecinos de las Casas del
Prao han aprovechado históricamente los escasos recursos hídricos.
Almacenándola en balsas y distribuyéndola por un intrincado sistema de
acequias entre los huertos aterrazados, el agua de la Fuente del
Algarrobo ha sido sustento de los habitantes de la zona. Alfalfa,
olivos, palmeras y pequeños huertos de especies hortícolas como habas y
acelgas crecen todavía exuberantes en estos parajes de la vega del
Zurca, hoy, muchos, abandonados.
Les recomiendo que crucen el azud y cojan los senderos que se
internan entre los huertos de las Casas del Prao por la margen derecha y
que, sin pisarlos, les llevarán al fondo del cauce. En su camino, irán
encontrando las balsas que también sirvieron para poner en marcha el
rodete del molino del Prao, cuando la escasez del caudal del río lo
exigía.
Después de admirar las mimadas terrazas, sujetas por muros de piedra
seca de esmerada construcción y bastante bien conservados, pongan el pie
sobre el lecho del río y pronto llegarán a una pequeña alberca desde la
que unas acequias conducían el agua a los huertos. Hoy corre alegre,
fresca y cantarina cauce abajo, y el croar de las ranas, en época de
cría, marca el ritmo del paseo. Tranquilas sobre la alfombra de
vegetación acuática, las ranas pueblan los remansos, toman en sol en
solitario o en grupo, y saltan raudas a esconderse cuando perciben
nuestra presencia.
Los carófitos (tipo de algas) bajo el agua y una cohorte de apios de
río y acelgas silvestres se extienden junto a ella. El río ha moldeado
las areniscas y calizas que ha encontrando a su paso. Pronto encontrarán
los restos del antiguo molino del Prao, que podría estar en pie desde
mediados del siglo XVIII. Un molino atípico, pues tiene el cubo con
mayor altura: 14 metros. La fábrica del Casal ha desaparecido por
completo, pero la espigada torre que es el cubo sigue en equilibrio
pegada a la pared del cauce. También permanecen en su sitio el rodete
que movía las piedras, el eje y una muela. Y, además del agua embalsada,
un ingenioso embudo aprovechaba también la fuerza de las lluvias: las
escurrimbres, detalla Marcos, que lamenta que la zona ha sido roturada.
No dejen de prestar atención a las paredes en las que se encajona el
río, que deja visibles los increíbles buzamientos de los estratos.
También verán la fuerza con que el agua arrastra lo que encuentra a su
paso, todavía hoy, cuando se producen avenidas; y la basura que acarrea
el agua en esos casos, con neumáticos enterrados casi un metro bajo el
limo. Granados, olivos y pinos, acumulan en sus troncos más de un metro
de la vegetación arrastrada en la última riada."
El track de la ruta seguida
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