Iniciamos la ruta en la aldea de El Purgatorio, tempranito y con sol, la primera parte siempre subiendo. Tras el pequeño descanso para reponer fuerzas, seguimos la ruta pero ya en sentido descendente, cambio brusco de tiempo y una buena llovida para mojarnos y remojarnos a gusto, finalizamos en el punto de inicio.
ITINERARIO:
En la
aldea de El Purgatorio, cogemos el camino a
la izquierda, junto a las dos balsas y
el primer camino a la derecha, entre las casas y la balsa con valla. A
continuación bajamos para cruzar el cauce
del barranco de Enmedio y remontar de frente al Infierno y al cortijo de la Cuesta Muñoz. Es el inicio de
la parte más dura del recorrido puesto que es una subida continua.
Se llega finalmente
al cortijo que se encuentra en ruinas. Allí, a la derecha entre
los almendros hay varios serbales. El
camino termina en la era del cortijo y debemos ir a la izquierda, ante
la casa, remontando a continuación a la
derecha por una senda que pasa por la
Fuente del Cortijo Muñoz, junto a dos higueras. La senda se convierte en un camino
pedregoso que remontamos y al poco cogemos
el camino de la derecha junto a los almendros. Cuando el camino gira a la izquierda, hay que dejarlo y cruzar a la derecha por una tabla de almendros, en
busca de unos hitos donde la senda
vuelve a definirse y sube hacia el Collado del Cantal (La Cuesta). El
Cerro de las Cabras queda a la derecha.
Tras realizar varios zigzag
por una senda poco definida pero ayudados por pequeños mojones, nos asomamos al
collado del Cantal sobre el barranco del mismo nombre. Aquí, en el collado, seguimos
la senda a la derecha entre los pinos, que
se divide en dos y cogemos la de la izquierda
más definida (pintura de PR).
Remontando la loma rocosa con pinos sobre el barranco del Cantal, que queda abajo, a la izquierda, salimos a
una zona despejada
de arbolado y unos contrafuertes rocosos nos obligan a bajar un poco a la
izquierda, remontando luego
hasta unas gradas con pinos, donde pasamos junto a un comedero circular de muflones. Encima se encuentra a la izquierda la Casa
del Pinillo (Ruinas) y, de frente, tenemos
la fuente y balsa del Pinillo.
Sobre la fuente hay un camino que seguimos a la derecha, atajando recto para salir más arriba a un camino que viene desde el
Collado Bermejo, asomándonos sobre el
barranco de Las Roturas y el Cejo de
la Ventanica, con su pared estratificada. Este balcón espectacular nos muestra enfrente la Peña Rubia (forma de media luna) y la sierra del Cambrón. Hemos acabado la parte dura de la ruta.
El camino gira a la derecha y remonta suavemente a la loma del Cejo de
la Ventanica, llegando a un cruce que es el collado del Humero. Por el camino a la derecha se puede subir hacia
el Pedro López. Recto se bajan los zigzag al
barranco de Malvariche. La cumbre del Cejo
de la Ventanica queda a izquierda a 10 minutos
y se sube cómodamente por terreno rocoso, sin senda, pero fácil. Vale la pena llegar a este balcón espectacular sobre Espuña Norte.
De vuelta al collado del Humero, volvemos por el camino por donde
hemos subido, pero cuando gira la curva a la derecha, nosotros seguiremos recto
para coger una pista que nos va a dejar, tras varios zig-zag en el camino de
Pedro López. Siguiendo ese camino a la izquierda nos llevará sin sobresaltos al
inicio de la senda que nos va a llevar a La Carrasca y que aparecerá a nuestra
derecha.
200 metros antes de llegar a esta casa forestal, cogemos a la derecha la senda entre los pinos, hacia la casa de Don Blas. El sendero resulta encantador ya
que zigzaguea por el
espeso pinar y llega a la casa de
Don Blas donde hay que dejar el que sigue
bajando, para pasar a la derecha, junto a la misma puerta de la casa. Luego la senda baja la ladera
y enlaza con el camino del barranco de
Enmedio que seguimos a la derecha. Encajonados
entre El Purgatorio y el Pedro López,
el barranco de Enmedio nos desciende
hasta la puerta y valla de salida del parque Siguiendo recto por el camino principal, llegamos de nuevo a El
Purgatorio. (Iformación facilitada por el guia de la caminata, Ramón Jeréz)
Sierra Espuña 20-01 |
Mojados y bien mojados. Menos mal que comimos bien y en cantidad ¡Hasta sobró! (Es la primera ocasión en la que, estando yo, sucede).
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